martes, 26 de enero de 2010

La muerte tan dentro mío

En la nocturnidad de la noche mi alma se apaga
Me arropo con mis años pesados como el plomo
Con los huesos avejentados y el rostro arrugado
Los días impíos me ven de lejos y blasfeman de mí
Y me lleva la negra y retumbada muerte en su costal
La autora intelectual de mi ancianidad se condena
En un púlpito morado y recostado en un rincón
Cierro los ojos y veo mi vida pasar como una tortuga
Con una lentitud que acelera y desacelera mi corazón
Latido tras latido y sentimiento tras sentimiento
Vivencias que me encadenan a irme al más allá
Historias de terror que me remuerden la conciencia
Gritos y más gritos en lo silencioso de mi cuarto
Ya viene la parca con su hoz y me paralizará todo
Levantará un dedo y mi alma se irá tras de ella
Para siempre en un mundo de serpientes y canallas
Con las rodillas encharcadas por el lodo de la mentira
Con el brazo extendido hacia la pared del infierno
Apago la luz y me echo a dormir con mi dolor eterno.

Llega de nuevo el amanecer y mis pupilas despiertan
Al parecer estoy vivo de nuevo aunque por dentro
Siga como un muerto viviente castigado a ser infeliz
Mi existencia transcurre de una habitación a otra
Toda la tarde siento la frialdad congelándome a mí
Suspiros que en lo profundo se retuercen lentamente
Agonías de un corazón condenado a morir sin piedad
Mi cabeza hierve a temperatura moderada y prudente
La sangre se me sube y se me baja con frecuencia
Mi carácter fluctúa entre lo moderado y lo descortés
Mi temperamento se mece ante un simple ventarrón
Cuando empiece el huracán de recuerdos me iré
Volando como lo hace una gaviota cuando surca
En lo ancho del cielo hasta perderse por completo
Entre las nubes y ya jamás se vuelve a ver su plumaje
Así desaparecerán mis sueños y mis fantasías de mí
Mis ilusiones ya las perdí en medio de lo mundano
Soy poeta aunque a veces me duela reconocerlo
Y poeta moriré porque así soy yo y así seré siempre
Hasta que llegue la muerte y en sus brazos me lleve.

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